Una vez que hemos protegido a nuestro sistema inmunológico, es hora de emplear la proteína en polvo. Existen diversos tipos, como la caseína, la albúmina de huevo, la de carne de res y el suero de leche. La última es muy recomendable porque es una proteína que se extrae de la leche siendo su hermana la caseína, posee un gran valor biológico, y es el número uno en lo que respecta a la retención de nitrógeno para construir y conservar los músculos en su lugar.
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