El riesgo es mayor para algunos grupos etarios, como bebés, niños pequeños y adultos mayores. Corren especial peligro las mujeres embarazadas y sus bebés en gestación, así como las personas con sistemas inmunológicos deprimidos, como enfermos de cáncer, SIDA o transplantados. El impacto de microorganismos patógenos y contaminantes químicos de origen diverso, aunque limitado, continúa despertando preocupación en la industria alimentaria. Antes de la segunda guerra mundial, el consumo de leche o nata no pasteurizadas causaba con frecuencia brotes de enfermedades como difteria, poliomielitis, tifus o tuberculosis. Se considera que la aplicación de tratamientos térmicos, como la pasteurización, suele ser una forma eficaz de controlar estos peligros cuando provienen de la leche empleada como materia prima. Dicho proceso, continúa siendo uno de los métodos más efectivos para combatir la presencia de patógenos en lácteos, pero no deben olvidarse las condiciones de conservación y el control